Esta es otra de las técnicas que nos pueden ayudar, la cuál tiene un punto fuerte bastante práctico, y es que es fácil de practicar. Suele ayudar a centrar a la persona, redireccionando su atención al presente a través del diálogo cognitivo consigo mismo.
El autodiálogo es una capacidad humana, que tiene el poder de guiar nuestro ánimo y comportamiento. Muchas veces al día nos sometemos a ello sin darnos cuenta. Por ejemplo, cuando estamos haciendo ejercicio y nos decimos ‘el otro día lo conseguiste, tú puedes acabar esto’; o a nivel emocional, también podemos decirnos ‘aléjate, les haces daño a tus amigos cada vez que les comentas tus problemas’. Como se puede ver, la técnica no busca desarrollar algo que ya existe, sino entrenarlo para que en vez de perjudicar, desatasque a la persona y la saque del ciclo de la frustración.
El autodiálogo aparece en infinidad de situaciones y adquiere las características de las mismas. En ocasiones tendremos más tiempo para elaborarlos, mientras que en otras, simplemente se creará una frase sencilla en la cabeza. Es por ello por lo que podemos diferenciar entre los autodiálogos de instrucción y los autodiálogos de emoción.