La comunicación asertiva
Cuando una persona tiene un problema comunicativo, en ocasiones puede deberse a que, dentro del continuo de los estilos comunicativos, tiende a uno de los dos extremos. Si imaginamos una línea recta, un lado sería el estilo agresivo, mientras que el otro, el pasivo. La comunicación asertiva es pues el punto medio entre ambos. Para poderla definir, antes se han de tener en cuenta los otros dos estilos. El estilo pasivo es aquel que se deja influir por el otro, ocurre cuando una persona no hace respetar sus límites y no expresa adecuadamente sus necesidades y querencias. El estilo agresivo es aquel que surge cuando la persona sabe y comenta lo que quiere y necesita, pero lo hace de un modo que puede herir a los demás, mediante la imposición de sus necesidades.
El estilo asertivo es aquel en el que la persona se expresa adecuadamente teniendo en cuenta su contexto sociocultural (Corrales, A. et al.). Los mismos autores también explican que “la comunicación efectiva también se relaciona con la capacidad de solicitar consejo o ayuda en momentos de necesidad”, es decir, no sólo implica saber cómo expresar desacuerdo, sino comprender la funcionalidad de pedir ayuda por encima de obstáculos como el orgullo.
Un primer ejercicio que podemos realizar con los jugadores es la identificación y transformación de la manera que tienen de expresarse. Si consideramos que la persona tiene un estilo agresivo, podemos enseñarle a cambiar expresiones como ‘eres demasiado malo, no paras de morirte’ a otras en las que se habla desde lo que se siente, como ‘me frustra ver que nuestro equipo no rinde como nos gustaría, ¿necesitas ayuda en algo? ¿Por qué crees que esta partida te está costando tanto?’. A través de por ejemplo el roleplay o poner casos inventados, podemos promover que la persona tenga en cuenta la empatía en sus conversaciones, y así adapte lo que dice para no dañar a otros. Es tan importante que aprenda a hacerlo verbal como no verbalmente, porque fallar en uno de esos dos aspectos podría llevar a conflictos generados por sarcasmos o problemas similares. Lo que acabamos de ver es conocido como usar el yo en lugar del tú, es decir, en vez de puntuar lo que hace o deja de hacer el otro, explicar cómo su conducta nos hace sentir.
Mediante role playings podemos promover que la persona desarrolle una escucha activa adecuada, ya que cuando se está frustrado, se tiende a permanecer dentro de los propios pensamientos, y esto puede hacer que omitamos la información que nos dan los demás y que puede aclarar algunas situaciones. Crearemos una situación en la que incitemos a la otra persona a frustrarse, e iremos interactuando por turnos. Cuando la conversación acabe, le pediremos que responda a preguntas sobre lo que nosotros le hemos comunicado. De esta manera, le entrenaremos en que sea consciente de que, para mejorar la comunicación, debe oscilar entre el hablar y el escuchar.
Como opción complementaria, podemos optar por realizar alguna técnica de relajación antes de que la persona interactúe, esto puede calmarla y situarla un poco más en el presente, con lo que podrá analizar mejor sus emociones en caso de que se intensifiquen.
Por otro lado, es altamente recomendable aumentar la empatía de la persona, puesto que esto facilitará que conecte con las emociones de los demás. Para ello, podemos aludir a situaciones en las que las personas sean desconsideradas con nuestro jugador/a. Cuanto más puedan entender lo que se siente de manera inversa, más conscientes serán de aquello que provocan en los demás.